Una de mis cosas preferidas en el mundo son los reencuentros en aeropuertos

Cada vez más veo como la gente se fija solo en sus propios intereses y no piensa ni medio segundo en cómo sus acciones van a repercutir en los demás. Como se cambian amistades como si fueran sweaters. Como todos hablan de todos por atrás. Como la mayoría de las relaciones que se ven sólidas, son endebles y funcionan siempre y cuando eso no afecte los caprichos del egoísmo propio. Y mirando todo esto me salen de la boca frases como ‘no se puede confiar en nadie’ ‘son todos la misma mierda’ ‘la gente en la que confío de verdad la cuento con los dedos de una mano con varios dedos amputados’.

Y por otro lado, tenemos los reencuentros en aeropuertos. Dos personas llorando, abrazándose fuertísimo con los ojos cerrados por varios minutos sin hablar, como si el solo hecho de tener en frente a ese amigo, hermano, primo, novio, fuese todo. Como si su ausencia les hubiera pesado en el alma de verdad. Y estas pequeñas cosas que veo entre valijas y horas de escala, me sirven de memo: todavía quedamos los que queremos de verdad y no estacionalmente. Faith in humanity: restored.