lunes

31 de diciembre de 2012

Acá estoy de vuelta haciendo un balance.
Hay años increíbles, años de mierda y años de aprendizaje. 2010, 2011 y 2012 fueron eso, respectivamente. Este año desarrollé mi creatividad en un montón de aspectos y aprendí muchísimas cosas, cosas que siempre había querido hacer y nunca me había animado. Cosas externas como dibujar o andar en longboard, y cosas internas como saber estar sola, poder pedir ayuda y percibir cuándo la cabeza me está boicoteando. Aprendí que todo depende de cómo lo veamos. Conocí mucha gente increíble. Conseguí trabajo haciendo lo que me gusta. Me animé a tatuarme el brazo, lo cual puede sonar estúpido pero es un paso enorme en mi vida porque finalmente entendí que puedo ser exactamente como yo quiera y que depende de mí y de nadie más. Y de este último aprendizaje, el más importante del año a mi criterio, se desprenden muchas cosas más. El viaje que hice en febrero, que fue el primero en el cual todas las decisiones fueron mías y no de mi familia. Elegir hacer Under. La decisión de irme a vivir sola de acá a un año...
Se hablaba del 2012 como el fin del mundo pero yo decidí tomarlo como el fin de una forma de vida, y el 2013 como el principio de otra: siento realmente que nada va a ser igual de ahora en más. Cierro el año contenta pero por sobre todas las cosas satisfecha con la persona en la que me estoy convirtiendo, y espero el 2013 super expectante porque no tengo absolutamente la menor idea de lo que está por venir (y me encanta).

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